domingo, enero 28, 2007

JA JE JI JO JU


Sabía que habia distintos tipos de sonrisas, pero nunca pense que me iban a mandar un ensayo.
Bueno , lo he recibido y lo quiero compartir con ustedes :


LA RISA BUCAL Y VOCAL: UNA CLASIFICACIÓN



“Sin embargo, no es la opinión de los hombres
lo que me interesa; yo sólo quiero difundir
conocimientos, sólo estoy informando. También
a vosotros, excelentísimos señores académicos,
sólo os he informado”

Franz Kafka, Informe para una academia (1917)





Que un ensayo deba empezar justificando su tema no es algo extraño. Con demasiada frecuencia, la investigación ampara a textos triviales y prescindibles, vacíos de otra cualidad que no sea la lujosa erudición que los disfraza.

Iniciar un estudio con la obligación de demostrar el valor de su oculta significa para el investigador ser capaz de defender la importancia y necesidad de su trabajo, ganando por el camino la benevolencia del lector y la tranquilidad de su misma conciencia. No cometeremos, sin embargo, el error de pretender objetivos por encima de las circunstancias del texto: nuestra intención, al redactar estas líneas, no puede ir más allá de resumir ideas más amplias que, a la espera de ver la luz en un futuro, merecen el juicio popular de la divulgación.

¿Por qué un ensayo sobre la risa?

Quizá la principal razón sea la necesidad de acabar con una indiferencia que, desde hace ya demasiado, rodea a esta cuestión. Occam, oculto bajo la máscara de un acento escocés, decía (y a través de él hablaban a un tiempo Umberto Eco, Jean-Jacques Annaud, Aristóteles y Adso de Melk) que probablemente Cristo rió.

Que el tema del libro perdido de la Poética giraba, en su amplia o breve extensión, en torno a la risa. Individuos de la más elevada talla intelectual, protagonistas de la ciencia, la filosofía o el pensamiento, y tan distantes entre sí como el helénico Demócrito, el muy oriental Buda o el herejísimo Lutero, solían reír.

El Hombre llora, pero también ríe. Atendemos a lo primero; despreciamos lo segundo. Reíamos, e ignoramos nuestra risa en favor de otras cualidades, menores y no mejores.
Algunos, estando de acuerdo con esta opinión, dudarán de nuestra aproximación al tema. ¿Por qué una clasificación de la risa? ¿Por qué no su historia? No es una pregunta de respuesta sencilla, como otras tantas: podemos concluir, a
pesar nuestro, que esa es una faraónica tarea todavía pendiente.

La historia de la risa es la peripecia de la misma Humanidad, la casi perfecta identificación del rasgo con el sujeto, una de las escasas cualidades que podemos presumir como netamente humana.

Sólo la incomodidad del primate, del chimpancé que devuelve con su gesto la risa al hombre que lo observa, tan humano como cualquiera, puede inquietarnos. Valga esta razón para justificar la falta, aún hoy en día, de una verdadera historia de la risa, más aún de una historia humana. Tal vez en un mejor y más cómodo contexto ese vacío pueda ser finalmente cubierto; en la esperanza de que alguien siga nuestros inciertos nos libramos de la posible culpa.


La raíz y criterio de nuestro trabajo está presente en el mismo título. Hablamos de risa bucal y risa vocal, conceptos en realidad no antagónicos sino complementarios: el primero se refiere al instrumento de nuestra risa, que al igual que la voz se concentra en la boca y órganos de dicción (pulmones, cuerdas, nariz, lengua, dientes…). El segundo, estrechamente relacionado con el anterior, nos sirve para dividir los múltiples y muy diversos tipos de risa en cinco grupos principales, definidos por la preeminencia de cada una de nuestras vocales (a, e, i, o, u) en su ejecución.

No perderemos tiempo volviendo sobre cuestiones ampliamente conocidas por el lector y más propias de un libro de texto de secundaria que de un ensayo, como son la relación entre la distinta apertura de la boca y la pronunciación de cada vocal; tan sólo aclararemos que nuestra clasificación se basa en la fonética del castellano de uso frecuente y nivel cultural medio: sobre las variantes dialectales de nuestra lengua o las diferencias existentes con un posible sistema en lenguas vecinas o distantes nos reservamos para un espacio menos restringido que éste.


La risa, en sus consideraciones generales, se emite a través de la voz, con un sonido gutural frecuentemente originado en el fondo de la garganta (sonido identificado en su representación fonética por la letra “j”), pero es la vocal la parte de dicho sonido que, sin hallar obstáculo en el aparato fonador, da el carácter, intención y
personalidad de cada uno de sus diversos tipos: en su concepto y definición centraremos nuestro estudio.

La vocal “a”, primera letra en el orden alfabético tradicional de Occidente, caracteriza a la auténtica risa natural (“ja, ja, ja”), la que se aprende innata en algún momento de la infancia y cuyo uso aplicamos a la infinidad de situaciones en las que la risa tenga cabida y lugar de ser. Su evidente falta de personalidad, a la vez que la hace merecedora de ser considerada como una risa “estándar”, es compensada con la ventaja de la versatilidad. En algún caso, especialmente en el mundo cinematográfico, esta risa ha sido utilizada como rasgo de carácter de personajes villanescos, acompañándola casi siempre por un tono muy por encima del nivel medio.

También típica del villano será el segundo tipo de risa, la clasificada con la letra “e”, normalmente también por triplicado (“je, je, je”, aunque no es extraño encontrarla en grupos de dos, como “je, je”, o incluso “je”, cuando se utiliza como afirmación de desengaño o incredulidad hilarante). El tono ha de ser necesariamente siniestro, y tal vez se trate del único ejemplo de una risa incapaz de transmitir verdadera alegría.

La letra “i”, tercera de nuestras vocales, define por su parte a la risa más claramente infantil o inmadura (“ji, ji, ji”), cuanto menos cuando es oída en boca de adultos (risa estúpida, dirán algunos; propia de mujeres, afirmarán otros). Se restringe, quizá inconscientemente, a contextos sociales muy determinados, a menudo con una relación inversa entre el nivel económico y el cultural.

La risa jocosa, la ejecutada (valga la redundancia) como “jo, jo, jo” ha quedado, para su desgracia, enquistada en una endogámica situación que no va más allá de un tópico bien conocido, el del sujeto corpulento y de aspecto bonachón, un claro ejemplo de influencia paternal sobre el público infantil: si el ambiente es, asimismo, el de fechas navideñas, nos hallamos ante un ejemplar representativo de nuestra cuarta risa, pero que en su especialización ha acabado por engullir otras posibles ejecuciones. El lamentable estado de esta risa hace necesaria una pronta
recuperación. Tan sólo añadir, por último, el uso de esta risa en monosílabo (“jo”) como expresión de enfado o consternación.

Reservamos, a modo de colofón, un especial tributo a la extrañez que representa nuestra última vocal, utilizada en una amplia variedad numérica (desde “ju, ju” hasta constantes repeticiones como “ju, ju, ju, ju, ju, ju…”). No se trata de un descubrimiento reciente, aunque sí de poca o escasa atención por los críticos: su definición, lejos de ser imposible, puede basarse en la coincidencia de esta risa con situaciones de burla o desprecio (especialmente el primer caso), o bien de risas que, sin alzarse siquiera a alcanzar el nivel auditivo normal de una risa estándar, se destina más al oyente víctima del desaire que a la voluntad del emisor por expresar su alegría. Quede por escrito la urgente necesidad de una mejor y más extensa investigación centrada en la peculiaridad de la vocal “u”.

He aquí la posible división formal de la risa, en cinco grupos que, lejos de ser estancos, no dejan de influirse mutuamente. Finalmente concluyamos con una frase de anónimo autor que, desde hace algún tiempo, nos ha servido de motivo de reflexión: “Dicen que la risa es sana. No obstante, oí decir: ‘Me muero de risa’. ¿Es sana o es insana la risa?”. La pregunta, inteligentemente formulada, supone un esfuerzo de reflexión considerable. La posible respuesta, como suele decirse, es otra cuestión.





Espero les haya gustado y que siempre haya una buena razón para reirse con la gente y no de la gente.

Les dejo un link sobre risoterapia

http://risoterapia.iespana.es/

Nos vemos

2 comentarios:

Apalabrada dijo...

No sé creo qeu me río con la o y con la a y vos?
saludos

PROFEMELO dijo...

definitivamente con la a.

Tengo un amigo que dijo que el se rie con la "UA" jua jua!!! y que se sintio discriminado por el informe!! en fin...